Viendo como pasan los días y la marea negra del golfo de México no hace más que crecer, sin que nadie sepa como detener el flujo de crudo que emana desde las profundidades, me he acordado de la solución soviética apuntada hace unos días en la prensa rusa: detonar una bomba atómica.
Aunque pueda parecer una salvajada, la URSS utilizó en 5 ocasiones este método para acabar con fugas de hidrocarburos que no había sido posible detener mediante métodos convencionales.
Pero esta no fue la única aplicación sui géneris que la Unión Soviética dio a la energía nuclear. Desde 1965 se llevaron a cabo en su territorio otras 119 explosiones nucleares con fines pacíficos tan variados como la minería, la prospección de nuevos yacimientos petrolíferos o la creación de presas y canales.
Paralelamente a la carrera armamentística iniciada por las dos superpotencias de la Guerra Fría tras el desarrollo de la bomba atómica (Estados Unidos en 1945 y la Unión Soviética en 1949), ambos países iniciaron programas para utilizar explosiones nucleares con fines más pacíficos. Los Estados Unidos fueron los primeros en trabajar en esa dirección, iniciando el programa conocido como “Operación Plowshare” en 1961, seguidos por la URSS en 1965 con el que ha venido a llamarse programa de “Explosiones Nucleares para el desarrollo de la Economía Nacional”.
A diferencia del campo militar, en el que ambas potencias mantuvieron un intenso ritmo de trabajo para refinar las aplicaciones más malévolas de la energía atómica, en el campo civil la cosa fue bien distinta: mientras que el programa estadounidense acabaría limitándose a 27 explosiones de carácter casi exclusivamente experimental, el programa soviético sería mucho más ambicioso, llegando a realizar 124 explosiones hasta el año 1988, siendo la gran mayoría de ellas de carácter práctico y llevadas a cabo fuera de los polígonos dedicados a acoger pruebas nucleares.
La totalidad de estas 124 explosiones nucleares fueron subterráneas y supusieron aproximadamente el 22% del total de pruebas nucleares realizadas por la Unión Soviética.
En el siguiente mapa, podemos ver una distribución esquemática por regiones de las pruebas nucleares llevadas a cabo por la URSS con fines civiles:
Como ya he comentado anteriormente, los objetivos de estas explosiones fueron bien variados:
- – Prospección de nuevos yacimientos de hidrocarburos.
- – Intensificar la producción de gas y petróleo de explotaciones ya activas.
- – Apertura o ampliación de minas para la extracción de carbón y metales.
- – Creación de presas y canales para el almacenamiento y conducción de agua.
- – Creación de depósitos subterráneos para el almacenamiento de gas o residuos tóxicos.
- – Extinción de fugas de hidrocarburos.
- – Entre otros.
En el caso de la extinción de fugas de hidrocarburos, la primera y quizás más espectacular explosión fue la llevada a cabo el 30 de Septiembre de 1966 en el pozo de extracción de gas de “Urta-Bulak” (Урта-Булак), situado en la provincia de “Bujaro-Jivinskoy” (Бухаро-Хивинской), que concentra el 72% de las reservas de gas de Uzbekistán.
A raíz de un accidente ocurrido en 1963, en dicho pozo se originó una gran fuga de gas que emanaba a gran presión llegando a 70 metros de altura. Para evitar contaminar toda la región con los gases emanados, se decidió prender fuego al escape. Pero, desgraciadamente, no hubo forma de apagar la colosal llamarada provocada.
Después de que el incendio se prolongara durante 1.064 días de forma interrumpida y de intentarlo extinguir mediante todos los medios imaginables (incluyendo el uso de artillería), se decidió recurrir a una explosión nuclear. Para la operación fue necesario excavar un pozo contiguo de 1.500 metros de profundidad, al fondo del cual fue colocada una bomba atómica de 30 kilotones. Esta medida, aparentemente desesperada, acabaría saldándose con un éxito sin precedentes.
De las 124 explosiones mencionadas, según los datos oficiales sólo se registraron accidentes que provocaron un exceso de radiación no previsto en 3 de ellas. De las 5 bombas utilizadas para acabar con escapes de hidrocarburos, sólo se fracasó en una ocasión, en 1972 en la región de Járkov (Харьковская область), en que no se pudo obturar una “fuente de gas” parecida a la de “Urta-Bulak”.
Esperemos que el vertido que actualmente está asolando el golfo de México pueda ser liquidado con métodos más modernos y sofisticados; pero, de no ser posible, siempre quedará la opción de recurrir a un buen pepinazo.